Grúas 2
Técnica media mixta sobre lienzo
Óscar Cabana (España, 1980)
Cuelgan las esperanzas de los cerros
como ropa recién lavada.
Camino de tu mano
entre el cemento,
en medio de un otoño citadino
que busca un espacio
en que dejar caer sus hojas.
Alzo la mirada a las montañas
y allí estás tú,
mirándome de frente.
Los edificios se alzan insolentes,
henchidos de concreto
Cada calle se dirige
hacia tu ausencia
y tu presencia.
Las grandes avenidas
se tiñen de amarillo
entre el otoño
y mis nostalgias.
Estás allí,
detrás de aquella tienda,
delante de esa casa roja,
de pie en el paradero de la micro,
caminando a mi lado
en la vereda.
Desde mi ventana veo una grúa
que alza mi pensamiento
y lo desplaza
a un horizonte
sucio de neblina residual.
Los pájaros se esconden en tejados grises
y alzan vuelo
cuando tu imagen
atraviesa la plaza.
Los niños no están por las mañanas.
Están encarcelados.
Las iglesias se cierran por el día.
Dios se ha dormido.
Pero tú estás despierto
en mi recuerdo.
Camino de tu mano
entre el cemento,
en medio de un otoño citadino
que busca un espacio
en que dejar caer sus hojas.
Alzo la mirada a las montañas
y allí estás tú,
mirándome de frente.
Los edificios se alzan insolentes,
henchidos de concreto
Cada calle se dirige
hacia tu ausencia
y tu presencia.
Las grandes avenidas
se tiñen de amarillo
entre el otoño
y mis nostalgias.
Estás allí,
detrás de aquella tienda,
delante de esa casa roja,
de pie en el paradero de la micro,
caminando a mi lado
en la vereda.
Desde mi ventana veo una grúa
que alza mi pensamiento
y lo desplaza
a un horizonte
sucio de neblina residual.
Los pájaros se esconden en tejados grises
y alzan vuelo
cuando tu imagen
atraviesa la plaza.
Los niños no están por las mañanas.
Están encarcelados.
Las iglesias se cierran por el día.
Dios se ha dormido.
Pero tú estás despierto
en mi recuerdo.
Los vehículos pasan
contigo en el volante
desafiando a la lluvia.
y sonriéndome
desde la ventanilla.
Allí estás,
subiendo la escalera,
sentado en los pequeños restaurantes,
caminando resuelto entre la gente.
Vienes hacia mi
por la Alameda
para abrazar mi soledad tardía.
Caminas de mi mano
hacia estaciones
en que trenes de carga
se llevarán las penas
para siempre.
contigo en el volante
desafiando a la lluvia.
y sonriéndome
desde la ventanilla.
Allí estás,
subiendo la escalera,
sentado en los pequeños restaurantes,
caminando resuelto entre la gente.
Vienes hacia mi
por la Alameda
para abrazar mi soledad tardía.
Caminas de mi mano
hacia estaciones
en que trenes de carga
se llevarán las penas
para siempre.
De Amores de antaño
© Nº 272608
I.S.B.N. 978-956-368-153-6