El grito
Edvard Munch
Óleo, temple y pastel sobre cartón.
Galería nacional de Oslo.
Desgárrase
tu corazón herido
en un grito de rabia y de tormento.
Blasfema, porque llorar no sabe.
Denuesta lo vulgar y lo indecente.
Vuelca su ira
sin escrúpulos ni tino.
Rompe el silencio
y ataca sin piedad
la horripilancia.
Se revuelca de rabia en los caminos
pisados por hipócritas
que prostituyeron la palabra.
Pisotea la fe en dioses crueles e indolentes.
Transita aletargado hacia en un lugar incierto,
buscando la belleza cristalina
de una palabra azul
que lleve viva
la llama que caliente a fuego ardiente
su palpitar ansioso y aterido.
en un grito de rabia y de tormento.
Blasfema, porque llorar no sabe.
Denuesta lo vulgar y lo indecente.
Vuelca su ira
sin escrúpulos ni tino.
Rompe el silencio
y ataca sin piedad
la horripilancia.
Se revuelca de rabia en los caminos
pisados por hipócritas
que prostituyeron la palabra.
Pisotea la fe en dioses crueles e indolentes.
Transita aletargado hacia en un lugar incierto,
buscando la belleza cristalina
de una palabra azul
que lleve viva
la llama que caliente a fuego ardiente
su palpitar ansioso y aterido.
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