lunes, 8 de junio de 2015

El hombre que ofrece conciertos a los pájaros

Jilgueros
Rocío Galindo Pinto
Óleo sobre tabla
España

Hay quienes ven rebaños en las nubes,
que al alba se dan cuenta que hay rocío,
conocen a las flores por sus nombres,
distinguen a las aves por sus trinos.

Son seres que sonríen con los niños,
que humedecen sus ojos con poemas,
que se emocionan con la luna llena,
que tratan a los perros con cariño.

Tal como ellos es el amigo mío
que un día se sentó ante su ventana
a liberar la música encerrada
en la caja heredada de su tío.

Y fluyeron hermosas melodías,
invadiendo el espacio de la estancia
ofreciéndole con su resonancia
buen descanso al ocaso de su día.

Fue entonces cuando vio a través del vidrio:
cobijado a la sombra del alero,
con el respeto de un músico eximio,
escuchaba la música, un jilguero.

El milagro volvió al día siguiente,
cuando un aria en la voz de una contralto,
oía convocando complaciente,
al alado invitado de su palco.

Cuando esto parecía haber soñado,
una tarde, a comienzos del estío,
se presentó el jilguero acompañado
de otra ave, (seguro, un amorío).

En los días siguientes preparaba
a las aves un nuevo repertorio
y ellas, escuchando en su ventana
le daban de la vida testimonio.

Y yo puedo decir, con toda calma,
que es el mayor de todos los prodigios
que este hombre capaz de tocarme el alma
me otorgue, en privilegio, ser mi amigo.

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