Duende Martinico
Ricardo Sánchez
Ilustración
Guía de los seres mágicos de España
Carlos Canales y Jesús Callejo, Edaf, Madrid, 1994.
Para mi amigo, el poeta del duende, José Luis Valdivia.
Resulta sorprendente, amigo mío,
que separados por mar y continente
hubieran resultado ser parientes
tu duende y el mío.
Quizás algún ancestro compartido
de ese mítico mundo de los cuentos
entró de polizonte en una alforja
de Pedro de Valdivia el extremeño
cuando vino a fundar por estas tierras
la Nueva Extremadura de sus sueños.
O, tal vez, algún duende aventurero
se vino desde España con mi abuelo
como un pasajero inadvertido
sentado en el alón de su sombrero.
El caso, amigo mío, es que a los años,
nos hemos presentado desde lejos
y hemos descubierto, no perplejos,
el secreto que ambos poseemos:
un duende nos escribe nuestros versos.
Los versos de tu duende y los del mío
revelan su indudable parentesco;
no pueden ocultar, aunque quisieran,
que provienen, tal vez, del mismo cuento.
Son sencillos, sin grandes pretensiones,
alegres, traviesos y rebeldes.
Se escapan por un tiempo y reaparecen
y hacen versos, dibujos y canciones.
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